Seas emprendedor, profesional, estudiante, artista o empleado; seas rico o pobre; sea en tu trabajo, casa, familia o en el escenario, te propongo que hagas un cambio radical:
Que toda tu atención y acciones se enfoquen en una sola cosa: El estado mental / emocional que generas.
Enfocamos casi todo lo que tenemos en logros, relaciones, inversiones y beneficios; casi nunca hablamos del costo: mucha angustia.
Angustia por lo que no tenemos, lo que nos falta y lo que nos cuesta; y no sé si has notado que no parece que vaya a cambiar, sino para acentuarse.
Hemos estado viviendo en bucles tóxicos y desgastantes.
Como muchos, pasé años intentando hacerme un maestro del mundo formándome e informándome sobre todo lo relevante; pretendí que ello me ayudara a tomar mejores decisiones y lograr un status de sensatez y cordura que me otorgara dignidad. Basé mi idea de éxito en torno a los logros tangibles y mi idea de felicidad en la cantidad de placer que podía proveerme.
Luego de pasar más de 3 décadas trabajando más de 15 horas al día, asustado por las deudas y las carencias, angustiado por lo oneroso, envidioso de los exitosos...
Luego de haberme sentido miserable a pesar de estar cómodo económicamente y de haberme sentido pleno y abundante aún con la cuenta casi vacía…
Luego de sentir una profunda satisfacción al escuchar el agradecimiento de un único asistente a una charla a la que se suponía fueran cientos de personas…
Entendí que mi realidad no está basada en los hechos sino en su significado y sobre todo, cómo me siento al respecto.
Todo el que ha llegado a un destino luego de un gran esfuerzo, sabe de lo que hablo: invertí el 99% del tiempo y recursos en lograr eso que quería lograr y apenas lo logré… ya estaba pensando en qué había más allá, quería más.
Mis expectativas sobre el éxito son mucho más grandes que el beneficio que jamás obtendría de él.
Al final, mi vida habrá estado hecha, no de los logros sino de los procesos, experiencias y aprendizajes por los que pasé para llegar a ellos… y las emociones involucradas (las que sentí y las que di).
Al final de mi vida, la gente me recordará por cómo les hice sentir.
El éxito no tiene que ver con lo que hago o dejo de hacer sino con el set emocional que predomina en mí.
Ahora, aunque tenga cientos de artículos por escribir, miles de horas de video que editar, charlas por dar, dinero que acumular, etc., me concentro únicamente en generar la emoción adecuada… en cada momento.
A medida que desarrollo mi inteligencia emocional, adquiero mayor capacidad de vivir y disfrutar el presente, hasta el punto en que se ha convertido el único propósito de mi vida.
Piensa ¿Qué estados mentales / emocionales predominan en tu vida?, porque de eso tratará tu historia.