En un paseo dominical al bosque, uno de los discípulos preguntó a un maestro:
-¿Cuál es el grado máximo de iluminación, oh gran amigo? -
El maestro sonrió frente a todo el grupo, les reunió abriendo sus brazos y dijo:
-Agradecerlo todo-
- ¿Todo? ¿Cómo es posible? ¿Cómo vamos a agradecer a quién nos agrede, oprime, ofende o enferma?
- Solo cuando eres agredido y ofendido puedes aprender a descubrir tu coraje, defenderte y liberarte; Sólo cuando eres oprimido aprendes el valor de la libertad; solo cuando te ofenden puedes aprender a dejar de identificarte con tu ego y tus apegos; solo cuando te enfermas aprendes la importancia de vivir en armonía -
Los discípulos quedaron callados, pensativos y un poco disconformes con la respuesta.
- ¿Y qué hay de las fuerzas de la obscuridad que nos dominan?
- Luchar contra ellos fue lo que me hizo entender que a quién debía vencer era a mis propios demonios; ellos me liberaron.
Agradecer es entender que sin la intervención de los demás, mi experiencia fuera pobre, lenta y muy aburrida; no aprendería y me quedara eternamente regodeándome en las exigencias de mi ego.
- Si agradezco a mis enemigos por hacerme más fuerte, me libro de la batalla;
Si agradezco a quién me hirió por hacerme más sabia, me libero del rencor
Agradecer los momentos difíciles por hacerme más humilde es recuperar mi vida.