La palabra se compone de “iki” (vida) y “gai”, (lo que vale la pena y tiene valor), o sea: Aquello por lo que vale la pena vivir.
Descubrir tu Ikigai es revolucionar tu inteligencia emocional al punto de identificar el sentido y propósito de tu vida; eso que realmente te importa y te emociona; eso por lo que vale la pena moverse y levantar la voz.
Piensa por un instante en esto: tu, dedicad@ a ganarte la vida basado en algo que se te da bien, te gusta y ayuda al prójimo.
En Japón se cree que al encontrarlo, vivirás una vida feliz, larga y relevante; en occidente, el Ikigai ha sido tratado como un consejo cosmético, opcional, para personas retiradas.
Lo entiendo.
Muchas personas están enfocadas en el camino trazado por las exigencias de sus egos y han perdido las capacidades de expandir su YO, integrar todos sus aspectos clave y aceptar que tienen el derecho de tener una vida plena y trascendente.
¿Y tu?
La situación actual seguro te ha traído preguntas que tarde o temprano tendrás que responder; te tocará decidir:
Eres el único responsable por la realidad que vives; entenderlo requiere emprender un viaje de autoconocimiento que requerirá algunas decisiones importantes: principalmente, la de dejar de mentirte (no te ofendas, así funcionamos todos).
De aquí no pasa el 90% de la gente, prefieren vivir pensando que sus desgracias son culpa de otros.
Sólo quién tiene el coraje de hacerse responsable de la realidad que ha creado, merece vivir como quiere.
Cuando trabajas con lo que te apasiona, la riqueza viene en miles de formas. Cuando trabajas solo por dinero siempre estarás en falta, porque siempre recibirás... solo dinero.
Trabajar es invertir desde todos tus componentes: mental, físico y emocional; recibir sólo dinero a cambio de ello es injusto.
Encontrar tu pasión es producto de un viaje intenso de des / reprogramación espiritual y emocional que puede tomarte años pero que nunca lograrás si no comienzas ese trabajo ahora.
No te retires. Quien abandona las cosas que ama y sabe hacer, pierde el sentido de la vida.
No se trata solo de lograrlo, es posible encontrar satisfacción en el esfuerzo, la búsqueda y la construcción de un camino. Se cansa quién carente de perspectiva, ignora el proceso (99%) y se enfoca sólo en el resultado (1%).
La prisa es la consecuencia de vivir una vida sin control, de haber entregado toda tu autonomía al mundo exterior; estar apurado es ser incapaz de planificar, disfrutar y experimentar la vida; evita a toda costa el estar apurado.
Controlar el impulso de auto complacerte constantemente (dulces, estimulantes, tv, rrss, videos, fármacos, etc) no es un sacrificio, es un lujo. Pocos lo logran.
Dar rienda suelta a mis vicios y excesos es reducir mi capacidad de disfrute y entrar en una vorágine esclavizante de tolerancia y aumento de dosis que sólo trae la incapacidad de controlar mi vida.
Las adicciones consumen esa energía que es necesaria para romper los patrones y adquirir nuevos hábitos que te lleven a tu ikigai.
Tus relaciones son la materia prima de tu realidad. Cuídalas y nútrelas como si de vida se tratara. Ve las fuentes de energía detrás de las personas.
Aprende a encontrar beneficio en el acto de dar y no temas dejar ir a quiénes no te traen buenas emociones.
El acto de alquimia por excelencia: Agradecer es reconocer que hay ganancia en el aprendizaje, independientemente del resultado emocional de la experiencia; es desarrollar el poder de transformar el dolor y la frustración en energía para prosperar.
Agradecer a quién te ha hecho sufrir (porque has aprendido de esa experiencia) es el primer paso para liberarte del sufrimiento, te permite liberarte de las exigencias del ego y comprender que eres parte de una red.
Agradecer a tus padres, es la forma más efectiva de superar un gran coágulo de traumas, limitaciones y taras, sobre todo las relacionadas con el dinero y el trabajo.
Luego de aceptar que tu realidad es exactamente lo que has hecho de ella, comprenderás que con el futuro pasa lo mismo.
El futuro es una emoción, no un estado del tiempo.
Hazte expert@ en refinar tu realidad emocional diaria en vez de concentrarte las metas y bienes que aún no tienes.
Enamórate de tu realidad actual, pues es el producto de tu arduo trabajo: entiende cómo todo lo que has vivido te ha llevado unívocamente a ser quién eres, algo estás buscando ¿Qué es?.
No dejes que metas no alcanzadas te arrebaten el valor de vivir tu experiencia; quien tiene un presente pobre, tendrá un futuro pobre.
El cuerpo es una expresión densa (material) de tu estado mental y emocional, siempre están conectados, expresando distintos niveles de una misma realidad.
Quién da obcecada preferencia a un aspecto de su vida por sobre el resto, genera un desbalance retroalimentado que desemboca en la desconexión: un mecanismo de evasión que te hace incapaz de integrar cuerpo, mente y emociones.
Vale la pena concientizarlo e invertir energías (tiempo, concentración, esfuerzo y recursos) para recuperar el balance: Estar integrado es tener sentido y poder, es recobrar ímpetu, determinación... y la capacidad de disfrutar el proceso.
Como el ikigai, el balance es un acto de coraje y renuncia a las demandas del ego. Encuentra en tus hábitos y valores ese desbalance que sabes que tienes, pero no quieres aceptar.
Sumergirte en un entorno natural aunque sea temporalmente, te permite, :
Cada uno de estos principios da como para un libro en sí, pero ahora puedes entender por qué el Ikigai llegó para quedarse. Si deseas ayuda encontrando y materializando tu Ikigai, no dudes en contactarme, es lo que hago mejor.