A medida que nuestra realidad se hace más digital, el tiempo se hace más escaso, las opciones nos paralizan, lo manual se hace impráctico y lo simple se hace sonso.
Necesitamos cada vez más herramientas (y gadgets) para procesar cada vez más información, hacerlo más rápido, en varios idiomas; para poder elegir la mejor de muchas opciones.
¿O no?
Muchos hemos dedicado una gran cantidad de tiempo y energías en vivir en un río online de información; siempre in, siempre enterados, siempre listos para la próxima oportunidad de hacernos millonarios o famosos en internet. Siempre en modo FOMO.
Ese perenne estado de preparación para tu próximo gran emprendimiento digital puede que sea una forma de procrastinación proactiva.
Puede que en vez de un proyecto de mejoramiento profesional, sólo estés dejando ir tu tiempo y calidad de vida en una búsqueda que no esté hecha para encontrar, sino para prolongarse.
¿Puedes ver lo mucho que inviertes en enterarte de tanto y aprovechar tan poco?
Tengas o no un proyecto andando, da lo mismo.
¿Puedes sentir lo compulsivo de tu relación con "lo digital"?
Eso que haces es un hábito, no un proyecto.
Su función no está en las meta que persigue sino en la sensación que genera.
Ese hábito es otro de muchos mecanismos compulsivos de nuestro ego (digitalizado), para obtener una dosis pasajera de placer e ilusión de relevancia.
La diversión o entretenimiento pasó de ser una actividad delimitada a una función vital, como respirar.
Reconoce esa parte de ti que por "diversión" ...
Ahora reconócela en cientos de millones de otros haciendo lo mismo; absortos en deleitarse consigo mismos, refrescando feeds compulsivamente, esperando sin esperanza una respuesta que nunca llega.
Eso que haces no es una diversión consciente (¡y tampoco necesitas "divertirte" tanto!), es satisfacer las demandas de una parte de tí que se salió de control.
Las demandas del ego se presentan en tres formas:
El problema con dedicarte a servirles es que estas ¡nunca se sacian! ... Y ¡mientras más las complaces, más piden!, y no te das cuenta.
Eso frustra y angustia...
La angustia alimenta la compulsión...
Eso ES estar enganchado.
Mal canalizado, el ego digital es el creador de pequeños monstruos como el "no tengo tiempo", el "todo me aburre" y el "no sé a qué dedicarme".
Este discurso de Alan Watts complementa lo que digo en este artículo.
La idea no es salir del río, es ejercer tu derecho de elegir sabiamente. Todos los consejos prácticos de auto limitación como el "ayuno de dopamina" son inútiles si no trabajas el origen de las compulsiones.
El drama es la convicción de que es necesario sufrir para defender cosas que son importantes; éste no es un ataque, es un ejercicio de optimización de tu sistema; no hay nada malo en cómo eres, no es productivo hacerte víctima, atacarte o atacarme.
Mírate como objeto de estudio, desmitifica tu YO; no te sobrestimes: Hay aspectos irracionales o desbalanceados en tu vida y TODOS tienen que ver entre si.
Hay momentos para ser y momentos para dejar de serlo; es muy periódicamente y sin piedad, aprendas a cuestionar tu realidad, usando tus dudas como móvil para investigar y nutrirte, ya luego puedes volver a ser quien eres; no te va a pasar nada.
Abre un espacio en tu vida para trabajar tu propia historia, esa que no tiene que ver con tu trabajo, amigos o RRSS; Intenta añadir la meditación diaria para encontrar el camino que debes seguir en la evolución de tu inteligencia emocional.
Concéntrate en la emoción adecuada: prioriza ello por encima de tus metas.
O algo que se le parezca. Usa ese norte como guía; esto le dará sentido y prioridad a qué contenidos buscar, de qué comunidades formar parte y a quién seguir.
En base a tu ikigai, date el permiso de limpiar tu feed y resignificar tu tiempo online como un tiempo de provecho; permítete encontrar otras formas de diversión más analógicas y sencillas, no digitales.
Lee el post para que entiendas lo importante que es.
Esta práctica de espiritualidad digital no es para hacerte un ásceta, es para hacerte más liger@ y efectiv@.